Unionistas vs Ponferradina un Lunes en vez de un domingo. Esto no hay quien lo entienda

🦑 Lunes de Calamares | Los domingos robados

No hay mayor castigo que un domingo sin fútbol. El domingo es ese día que inventó alguien con mala leche para recordarte quién eres de verdad: las comidas en familia, la rutina dominguera, la ropa que incomoda pero luce y la obligación de portarte bien. En mi casa, de niño, el domingo era sinónimo de zapatos que no se podían manchar, misa de niños en San Mateo y la prohibición absoluta de jugar al fútbol por miedo a rajar la puntera del zapato o manchar, sin fórmula que lo remediase, el pantalón dominical. Un infierno sin balón.

Lo único que me consolaba el domingo era el periódico. Mirar las fotos de los partidos, las alineaciones de los partidos, la crónica de los encuentros del sábado. Y, si había suerte, rascar una moneda de cien pesetas para gastarlas en el Super Diver: media hora de gloria repartida entre Ken en el Street Fighter, Holanda en el Super Sidekicks, Francia en el Street Hoop y un Super Pang de propina. Los domingos, días sin escuela, tenían en estos ratos aprendizajes que, aún hoy, me acompañan. En esas mañanas aprendíamos a jugar y a vivir viendo cómo lo hacían los demás. Si lo piensas eso eran las primeras comunidades gamer antes de que siquiera existiera la palabra “gamer”.
 

Las tardes eran más duras: eran como una larga etapa llana del Tour gastada en visitas familiares sin la compañía de Carrusel Deportivo. Íbamos casa por casa en una romería laica y aburrida. Yo solo esperaba que llegase el final pinchar unos riñones, unos champiñones a la plancha, un butano y el boletín Helmántica, recién impreso, en la mesa. Domingos sin fútbol… pero con el fútbol latiendo por debajo, como un secreto a voces en el que el deseo, palpitante en los ojos, de llegar a casa para ver Estudio Estadio se iba acentuando con el paso de cada minuto. De aquellos domingos, de aquellos riñones y esas columnas de Don José, estos Lunes de Calamares.

Pues ayer volvió a pasar: domingo arrancado del calendario por culpa del fútbol moderno, que decide que Unionistas juegue un lunes, porque a alguien en un despacho le pareció divertido fastidiar los rituales de media España. Al menos, dentro de la putada, hoy juega Unionistas y lo hace en casa ante la Ponferradina, esperando que, por primera vez, derrotemos en el Reina Sofía a un equipo berciano que llega con entrenador a estrenar deseando mirar hacia arriba en la tabla. Un partido, en el que las previas con fin de semana por medio se deslucen y toca apurar lo del partido de la semana pasada hasta el pitido inicial de este.

Y claro, como no tengo partido del que hablar vuelvo a los del pasado domingo en O Couto. A la sensación, no compartida pero que rellena conversaciones, de que aquello fue un roco para los más taimados y un atraco para los más peliculeros. En esas el presidente se vino arriba y escribió su carta a los Reyes Magos. No a los que traen juguetes, sino a los otros: los árbitros. A ver si le cae un “criterio” o, con suerte, un “tiempo añadido razonable”. Veremos que le acaban trayendo y que hoy, ante la Ponfe, no paguemos esa carta escrita digna en su forma de Antonio de Nebrija,  con unas decisiones arbitrales que huelan a mirra.

En las oficinas, mientras tanto, Antonio Paz sí ha escrito a los Reyes, a Papá Noel y si me apuras al Ratoncito Pérez, porque igual no nos sobran delanteros como se marche Gastón Valles y encima a Jan Encuentra, sin comerlo ni beberlo, lo tenemos haciendo las maletas. Como buenos salmantinos, ya vamos pidiendo compensación, daños y perjuicios y una indemnización emocional. Es bien sabido que quejarse, rasgarse las vestiduras y la victimización es el deporte rey en esta ciudad, por encima incluso del fútbol, y se pone en práctica aún siendo fiesta de guardar. Somos en los charros, muy académicos y taimados en las formas, pero en el proceder somos más parecidos a ese doliente y ridículo Montoya de la televisión ante la menor afrenta.

 aquí estoy yo, lunes por la mañana, apurando mis calamares como quien mira el periódico antiguo: viendo los resultados de otros, pensando en lo que pasó, deseando lo que viene. Porque hoy, por fin, toca Unionistas. Porque hoy, por fin, el lunes se disfraza de domingo auténtico. Porque hoy, por fin, volvemos al Reina Sofía, que es nuestra misa de verdad.
 
Que pase la Ponferradina. Que se llene el lunes con los rituales. repetidos del domingo. Y que los Reyes, por una vez, nos dejen algún regalo por adelantado y, si no es mucho pedir, Mario Simón encuentre un buen remedio para la banda izquierda.

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