Unionistas 2025-26 Jornada 6: El Silencio de los Enteraos

Unionistas volvió a perder y la grada perdió las formas. Entre posesión de museo y silencio institucional, los enteraos salmantinos se buscan en el ruido.

🦑 Lunes de Calamares | El Silencio de los Enteraos

Unionistas volvió a perder. Esta vez, en casa, por 0-2 y jugando una hora con uno más. En una buena primera parte el equipo estuvo firme y, pese a no tener ocasiones claras, tampoco se percibió que el conjunto vigués pudiera hacer daño a la defensa salmantina. Una defensa en la que aparecían Jan Encuentra y Gorjón de inicio dejando a Ramiro en el banquillo. La propuesta era la de cerrar con cinco atrás con Jan Encuentra cerrando como central derecho para que, en fase ofensiva, ocupase al lateral y Olmedo saltase una línea adelante en banda derecha. Víctor Olmedo, buen lateral, buen pie, nulo regate, acabó el partido frustrado, picado consigo mismo y, por ende, incapaz de contenerse, expulsado en los minutos finales del partido. Mal día para Olmedo, para el equipo y para la grada.

En la segunda parte, el equipo con uno más, salió del vestuario con ganas de morder, toque en corto, posesión de museo, un equipo de videojuego… hasta que tocó defender, el Celta Fortuna se encontró con un regalo, otro más, en forma de asistencia al delantero rival que no perdonó a un Unai Marino que detuvo menos que yo en los partidos improvisados con Jimena en el pasillo.. A partir de ahí, lo de siempre: mucha voluntad, cero mordida y ni un tiro a puerta. Dentro de la portería, quiero decir. Y, para colmo, un penalti, de nuevo Juanje, que permitió al conjunto vigués cerrar el partido con un gol de Hugo González que firmaba su doblete.

La sensación de mis compañeros de grada es que no hay nada a lo que agarrarse más allá del carnet pagado, aunque alguno ya ha pedido el VAR para revisarlo, y un calendario que dice que vamos solo por la sexta jornada. No hay un jugador que diga “desde mí lo arreglamos”, ni un tipo que te haga creer que este barco no se va a pique a la menor grieta. Falta un nueve, sí, pero lo que de verdad escasea es un líder. Una espalda ancha, alguien a quien mirar cuando la pelota quema. 

Y mientras tanto, en la grada, sobran los lamentos. Los mismos que alimentan las redes sociales con su descontento, su ira y frustración, en la asamblea del club callaron mirando al techo, con las manos en los bolsillos y silbando disimulo. Salamanca entera está llena de estos viejos y nuevos “enteraos”, esa raza inmortal que tan bien retrató Selu en su chirigota: opinadores de barra, expertos en todo, héroes de lo evidente.

Los enteraos, entre los que me incluyo, necesitamos ser vistos, escuchados, reverenciados. Si no nos hacen caso, la vida nos duele. Y entonces no nos queda otra que quejarnos, aunque no sirva de nada porque nada vamos a hacer para mejorarlo más allá de seguir mascando nuestro palillo buscando el siguiente asunto de la lista para lanzar opiniones. Y así, los enteraos nos dedicamos a insultar al rival, a su ciudad, a escupir como medicina para nuestros dolores.

La mayor parte de los dolores de nuestra existencia no son físicos, son culturales. No duele el cuerpo, duele no ser visto. Duele el silencio de los que no te reconocen, el desamor social, la indiferencia de los tuyos. No me duele la hipoteca, me duele que en el curro nadie me respete, que en casa no me escuchen o que en el bar nadie me dé la razón.

Por eso pedimos dimisiones, cambios de entrenador o castigos ejemplares: no para mejorar nada, sino para sentir que todavía pintamos algo. Que tenemos poder, aunque sea desde el teclado o la grada. Somos salmantinos: nacimos para criticarlo todo, pero cuando hay que actuar, nos metemos las manos en el bolsillo, miramos al cielo y silbamos. Por suerte, Unionistas de Salamanca nació para todo lo contrario y, sin embargo, doce año después lo olvidamos. Unionistas nació para resistir, para hacer, para hacer de un partido de fútbol un lugar festivo, para respetar al rival, para animar al equipo sin que el resultado sea lo más importante… pero, de eso, por lo que sea, hacemos como que no nos hemos enterado.

Muchas gracias por haber llegado hasta aquí.

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