De cerrojos, derbis sin balón y goles fresquitos.

Entre cerrojos, un derbi en el que el balón parecía tener cláusula antiuso y un par de goles que supieron a calimocho frío, Unionistas y Salamanca CF nos dejaron una tarde de verano con más tensión que un ventilador este agosto

🦑 Lunes de Calamares | Semana 4: Calimocho, telenovela y un derbi con chispa

Cuarta semana de pretemporada de Unionistas 2025-2026 que ha venido servida como un calimocho de vaso de tubo: un poco turbia de inicio, algo dulce y con esa chispa final que te deja pensando si pedir más o pasar al agua.

🎬 Entrenar con cortinilla

La semana comenzó con la prensa mosqueada, a razón de que en dos entrenamientos de la semana apenas podrá estar 15 minutos. Justo para ver los saludos, algún rondo, un par de estiramientos y, si hay suerte y un oído afinado, escuchar un par de chistes malos. El resto, como esas series que te dejan el “continuará” justo cuando viene lo bueno: ensayar córner, preparar una coreografía de la basculación o las estrategias de un Oriol Riera, a lo Bobby Fischer, marcando desmarques y coberturas. La prensa dolida, el aficionado a ciegas y el club buscando topos en todas partes, menos en el césped.

🕺 Antonio Paz y el mercado de miradas

El segundo entrenador, por su parte, se ha marchado. Motivos oficiales, ninguno, motivos personales, los suyos. Quizá porque, como decía Joaquín Sabina, “le sobran”, su derecho tiene para marcharse. Para sustituirle se quiere fichar, según al prensa local, al analista del año pasado, ese al que el club invitó a hacer las maletas, se marchó a Ávila y ahora se le pide que regrese. Esto ya no es fútbol, es una telenovela turca: salidas, regresos, despechos y pródigos reclamados a gritos. Y es que de los segundos entrenadores solo se habla cuando se van. Ahora Riera se ha quedado sin pareja de baile: si le invitan a una boda no tiene acompañante, y si le operan, nadie que le lleve flores. El club busca desesperadamente a “el segundo perfecto” como cualquiera de nosotros busca pareja en Tinder: con prisa, un exceso de fe y la falsa promesa de que esta vez será para siempre.

Mientras tanto, Antonio Paz espera refuerzos como quien confía ligar solo con miradas. Dice que necesita un central, un medio defensivo y, si se tercia, un hombre de ataque. Él ya se ha perfumado, se ha peinado y ha sacado el traje bueno. Ahora espera que el mercado dé el primer paso. El problema es que en esto, como en las fiestas del pueblo, lo mismo vuelves a casa a las seis sin compañía… pero siempre con la esperanza de que mañana haya otra oportunidad.

⚽ Derbi con eficiencia y sin balón

El derbi del sábado tuvo poco de derbi y mucho de eficiencia: dos disparos, dos goles, 2-0. El Salamanca CF tuvo más balón, pero menos filo. La grada, eso sí, vivía con el “como nos metan una, adiós” más que con el miedo real al peligro. Y claro, después llegó Oriol Riera en rueda de prensa a explicar que quien controla el balón no siempre controla el partido, y que el plan era dárselo al rival y transitar. Lo primero lo clavamos. Lo segundo… más bien se pareció a deambular, a lo Antonio Paz, por las fiestas de Las Villas buscando a los colegas que se han ido sin avisar.

En lo positivo, Farru imperial en la defensa, Raúl Prada demostrando que el lateral es suyo si quiere, y algún destello de Álex Pachón. En lo negativo, la lesión de Piñán, que ya iba falto de ritmo y ahora tiene un parón que le deja fuera del pelotón. Su regreso recordó a quien retoma un libro a medias: no recuerdas la trama ni los personajes, y cuando empiezas a cogerle el hilo… se te cae de las manos. A Piñán se le cayó el partido entero. También hubo un De la Nava errático y un centro del campo que se quedó sin timón.

En la grada, ambiente de fiesta: tifo de lujo para ser pretemporada, 30 grados que hacían sudar las ideas y un público con ganas de empujar. Alguno se calentó de más contra el rival, pero rápido le bajaron el volumen. La mayoría estaba a lo suyo: animar, contagiar y hacer piña cuando el equipo titubeaba. Agosto en Salamanca suele ser un páramo con la gente en los pueblos buscando la fresca y la verbena… pero el sábado, en el Reina Sofía, hubo vida, calor y un poquito de ese picante que hace que el verano no se apague del todo.

El fútbol de agosto es como un calimocho bien tirado en vaso de plástico: mitad vino, mitad refresco, mucho hielo y ese golpe que refresca y atonta a partes iguales. En esta semana que se avecina donde actuará una verbena al salir de cada curva habrá calor, habrá pasión, habrá discusiones tontas y abrazos sinceros. El partido del sábado fue exactamente eso: un trago largo para quitarse la sed, con algún amargor que se queda al final, pero que te deja con ganas de pedir otro. Que esto no ha hecho más que empezar… y el calimocho todavía no se ha acabado.

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